sábado, 19 de diciembre de 2015

Un mundo dividido

Hace muchos años un grupo de aventureros construyó un barco y se hicieron a la mar. Durante meses surcaron peligrosos mares.
Por fin divisaron una pequeña isla. Al acercarse  advirtieron que estaba deshabitada y que era muy hermosa. Decidieron convertirla en su hogar.
Construyeron una  pequeña cabaña y comenzaron una  nueva vida. El suelo era fértil y producía  frutos en abundancia. Se sintieron muy felices en la nueva morada.


Un día se aproximó un crucero a  la isla y los  turistas observaron la cabaña. Decidieron visitar la isla y conocer a sus habitantes.
Algunos de ellos se quedaron encantados de la isla y decidieron establecerse en ella. Pronto la noticia de la hermosa y fértil isla  se difundió por todas partes y acudió mucha gente a establecerse en aquel pequeño lugar.

Los isleños comenzaron a  alarmarse ante la riada de visitantes. “A este paso, no quedará  espacio para nosotros” dijo uno, “debemos ser precavidos antes de que sea demasiado tarde”
Fue así como decidieron  erigir vallar alrededor de las partes más fértiles del país, Pusieron señales y avisos en las vallas como no habían existido antes en la isla: “ Prohibida la entrada, propiedad privada, se perseguirá a los  transgresores”, Cerrojos  y puertas  de hierro comenzaron a aparecer entre las valles.

Pronto la  parte más rica de la isla quedó  completamente rodeada de alambre de púas. Una minoría se posesionó de todo. En cambio la mayoría se vieron rechazados  cada vez más hacia las afueras estériles y los alrededores pedregosos, donde se encontraron sin recursos y sin vivienda.
La minoría construyó  mansiones suntuosas y vivía rodeada de lujo. Cuando los pobres  miraban a través de los resquicios de las vallas, veían que el alimento y la ropa eran arrojados  a los  basureros y a los vertederos de escombros. Desesperados llamaron a los de dentro: “Dadnos, por favor, algo de comida” “ Nos morimos de hambre aquí fuera”. Los de dentro respondieron “ Si queréis comida, tendréis que trabajar  para nosotros”.

La gente de fuera no tuvo más alternativa que trabajar para los de dentro. A cambio los de dentro les arrojaban porciones de alimento por las vallas.
La paciencia de los pobres se fue agotando y al final decidieron derribar  las vallas. Pero las vallas eran tan fuertes que no lo consiguieron.

Al enterarse los sabios de lo que ocurría llamaron a  los más fuertes e influyentes, a los que se habían convertido en líderes de los pobres y los sobornaron con estas palabras: “ Pasaos a nosotros dentro  de las vallas. Tendréis todo el alimento que queráis y  os daremos muchos  artículos de lujo y privilegios. A cambio defenderéis  nuestras vallas y nos protegeréis contra  los ataques de los de fuera. Seréis nuestro ejército, nuestra policía  y nuestros guardias de seguridad.
Algunos de los pobres se pasaron  a las filas de los de dentro y así nació el ejército.

Entonces los  jefes de los sabios se fijaron en los más listos e inteligentes de los pobres y les adularon con estas palabras:
“Si os unís  a nosotros, os daremos toda suerte de facilidades para el estudio. Os edificaremos escuelas u colegios y os enseñaremos cuanto sabemos. A cambio enseñaréis a los de fuera a escucharnos, a vivir en paz y a respetar la ley establecida y el orden en la isla”
Fue así como algunos inteligentes de entre los pobres se unieron a los de dentro y se convirtieron en pensadores.

Luego se dirigieron los de dentro a los más piadosos, religiosos y devotos de los pobres y los sedujeron así:
“ Venid y  uníos a nosotros  y os construiremos hermosos seminarios e iglesias y grandes centros teológicos, Podréis empelar el tiempo en la oración y la reflexión y a  cambio predicaréis a  los de afuera docilidad, perdón, resignación y obediencia a las autoridades”.
Algunos de los de fuera estuvieron de acuerdo y se unieron a los de dentro convirtiéndose en líderes religiosos.

Con estos medios se eligieron sistemas de opresión y explotación durante muchísimos años.

Con el tiempo algunos de los de dentro se percataron de que habían sido injustos  con sus hermanos y hermanas de fuera de las vallas. Algunos de los intelectuales descubrieron  que fuera de las vallas existían valores que no se encontraban  en sus universidades y libros, valores como  la solidaridad, la unidad, la cooperación, la participación...
Algunas de las personas religiosas recordaron que Cristo, el Hijo de Dios, vivió y murió  fuera de las vallas.
Algunos de los de dentro de las vallas intentaron salir fuera para  trabajar por y con los pobres. Pero tropezaron con una  enorme oposición. Los de dentro les acusaban de  perturbadores.

Las cosas siguieron  como estaban, la gente de fuera de las vallas siguió muriendo de hambre, de explotación y abandono.

Mas ¿por qué habría que continuar esta historia? ¿No es así el mundo en el que vivimos?
Me pregunto ¿cuánto tiempo  las cosas han de seguir  así en nuestro pequeño mundo? ¿No hay remedio?

( Adaptación de un audiovisual español)