martes, 18 de diciembre de 2018

¿Dónde nacerá mi Hijo?

Hace ya muchos años, en un tiempo perdido en la memoria, había tres sabios muy sabios que todo lo sabían y un pobre criado ignorante que no sabía ni escribir su nombre. Con el tiempo murieron los cuatro. Primero los tres sabios que todo lo sabían y luego el pobre criado ignorante.

Cuando llegaron al cielo, Dios los llamó a su presencia y les dijo: - Amigos míos, deseo pediros un consejo. Mi hijo querido, al que llamarán Jesús, quiere ser hombre como vosotros y quiere vivir como vosotros. Pero no sé qué nacimiento prepararle. ¡Dadme un consejo!

Entonces, el sabio primero dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de poder, como el nacimiento de los emperadores.

Y el sabio segundo le dijo a Dios: -Divinidad, su hijo deberá tener un nacimiento rodeado de sabiduría, como el nacimiento de los sabios.

Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer rodeado de riquezas, como nacen los hijos de los ricos.

El criado ignorante no decía nada. No se atrevía a hablar delante de aquellos sabios que todo lo sabían. Pero Dios también le preguntó a él y entonces respondió: - Padre Dios, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de pobreza, como el nacimiento de los pobres. El ángel secretario de Dios anotó las respuestas de los cuatro hombres en un gran libro dorado.

Y Dios se quedó pensativo. Pasaron entonces muchos siglos y Dios volvió a preguntar: - El mundo es bello, es inmenso, tiene lugares maravillosos. Además, millones de jóvenes serían felices si pudiesen ser la madre de mi hijo. Amigos, os pido un consejo, ¿qué debo hacer? ¿Dónde ha de nacer mi hijo? ¿Quién debería ser su madre?

Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Roma, en el palacio del Emperador y su madre debería ser la princesa más poderosa, la esposa del príncipe más poderoso del mundo.

Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Grecia, en la Academia de Atenas, y su madre debería ser la mujer más sabia del mundo.

Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Alejandría, en un palacio de oro, y de la mujer más rica de todos los ricos del mundo.

El criado ignorante callaba y no decía nada. Cuando le insistió para que respondiese dijo: - Padre Dios, su hijo debería nacer en una pequeña aldea desconocida, en la casa más pobre de todas las pobres y su madre debería ser una mujer sencilla y pobre.

El ángel secretario escribió las respuestas de los cuatro hombres en su gran libro dorado. Y Dios se quedó pensativo. Pasaron de nuevo muchos años y Dios preguntó de nuevo a aquellos hombres: - Gracias por vuestra ayuda. Me habéis aconsejado cómo y dónde debe nacer mi hijo. Pero aún me debéis una explicación. No me habéis dicho aún las razones de vuestros consejos.

Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, sólo el poder puede cambiar a los hombres y obligarlos a ser justos. Sólo el poder puede arreglar el mundo. Por eso, su hijo debería ser el más poderoso de los poderosos.

Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, solo la sabiduría puede arreglar los problemas del mundo. Sólo el que sepa muchas cosas podrá hacer que el mundo vaya mejor. Por eso su hijo ha de ser el más sabio entre los sabios.

Y el tercer sabio le dijo a Dios: - Divinidad, sólo la riqueza puede cambiar el mundo. Sólo el que tenga mucho dinero podrá obligar a los demás a ser justos. Por eso su hijo ha de ser el más rico de los ricos del mundo.

Una vez más, el pobre criado ignorante que no sabía ni escribir su nombre, callaba y no decía nada. Pero Dios le insistía para que también él diera su opinión. Entonces dijo: - Padre Dios, el poder oprime a los hombres, la sabiduría los hace orgullosos y el dinero los lleva a robar y a matar. Sólo el amor puede cambiar el mundo. Sólo el amor puede hacer que los hombres sean más justos, más buenos, más felices. Sólo el amor puede salvar al mundo. Por eso, tu hijo ha de nacer pobre entre los pobres y amar con un corazón de pobre.

Así aconsejaron a Dios los tres sabios muy sabios que todo lo sabían y el pobre criado que no sabía ni escribir su nombre. Pasaron aún unos cuantos siglos y Jesús de Nazaret nació en una aldea perdida de Palestina llamada Belén, de una sencilla muchacha llamada María, buena como el pan, pero muy pobre. Ni siquiera un lugar hubo para ellos en la posada, de modo que tuvo que nacer en un pesebre. Y lo recostaron sobre las pajas. Y los pastores fueron los primeros en visitarlo.