sábado, 19 de diciembre de 2015

El Cometa que descubrió su luz

Miles de personas contemplaban admiradas la estela que iba dejando el cometa. Hasta los astrónomos se habían quedado cortos en sus cálculos acerca de su luminosidad y magnitud.
Sin embargo, lo que hoy era portada de todos los periódicos muy bien pudo no ocurrir. Todo comenzó unos días antes.



El cometa cansado y exhausto de vagar por el cosmos, se rendía con un "no quiero seguir". Instantes antes de su posible desaparición repasó su vida hallando, tan sólo en ella, oscuridad. Sus recuerdos siempre desembocaban en la imagen que los demás tenían de él: "un ser funesto y terrorífico, portador de desgracias y catástrofes allá por donde iba". Sus ayes llegaron hasta la estrella que, preocupada por la situación, corrió en su ayuda.

El cometa se desahogó desgranando uno por uno todos sus sentimientos mientras, la estrella escuchaba. Después vino el silencio y la negrura del cosmos. Cometa y estrella no iluminaban más que un pabilo vacilante.

Pasado un tiempo, el cometa arrancó un desgarrador "no puedo" que sirvió de pretexto a la estrella para iniciar un tímido diálogo.
  Sólo ves una imagen de ti mismo, afirmó la estrella. El cometa se quedó perplejo.
  Esa imagen negativa tuya no se corresponde con la realidad. Lo que para ti es vagar por el firmamento es, en realidad, poner vida donde todo es quietud.

El cometa se quedó pensativo. La estrella prosiguió desmontando todas esas leyendas y patrañas que le acusaban de maleficios.
- Quizás "puedo intentarlo", musitó el cometa.
  ¡Claro que sí puedes!. Imagina todo lo que te queda por ver, por disfrutar, por hacer. Tu ser quedará grabado para siempre en la mirada limpia de los niños, sellará muchas promesas de amor y recordará a las personas su dimensión trascendental... ¡Ah! y no olvides que eres portador de luz y la luz es vida. Esa es una de tus riquezas.

-Ayúdame... "¡Tengo que conseguirlo¡".
E incorporándose, cometa y estrella volvieron a brillar.
El cometa inició de nuevo su trayectoria.
Ahora, más luminoso qué nunca. Aceleró y cuando ya parecía perderse, se detuvo. Miró a la estrella y gritó:
- ¡Lo he logrado!