sábado, 19 de diciembre de 2015

Los dos remos

A orillas de un gran río  entre montañas, un viejo barquero esperaba con su barca a la gente  para trasladarla a la otra orilla. Era persona de pocas palabras, pero en su rostro se reflejaba  algo de la majestad de las montañas y de la transparencia  delas aguas del gran río.



Un día llegó un joven perdido por aquel valle, acostumbrado tan sólo al asfalto y al ruido de la ciudad. Y pidió al viejo  barquero que lo llevara con su barca y se puso a remar. Mientras avanzaba, a la mitad del trayecto, el joven, siempre  curioso, se dio cuenta que en uno de los remos se podía  leer “Dios.”. (El roce diario de los remos había ido borrando otras letras)

Molesto el joven por la palabra DIOS, que  le parecía pasada de moda, empezó a decir: “Hoy el ser humano con su razón ha descubierto los secretos del mundo y de la vida... Me sobra Dios”.

El anciano calló. Tomó el remo en el que estaba escrita la palabra DIOS lo dejó en la barca y continuó remando sólo con el otro., en el que esta escrita la palabra yo

Naturalmente la barca no siguió adelante sino que comenzó a dar vueltas sobre sí misma sin más futuro que aquel pequeño círculo en el que se movía y a ser  arrastrada por la corriente.

El joven quedó pensativo... El viejo barquero interrumpió el silencio... “Necesitamos de Dios y de los demás” que es la palabra ya casi  borrada, desgastada por la rutina diaria. Y sé que él  y ellos cuentan conmigo, como lo has hecho  tú, joven amigo. Y mirando al horizonte añadió.: Algo más  he descubierto: que Dios  y los demás  van inseparablemente unidos.
Y tomando nuevamente el remo en el que se leía Dios, siguió remando y acompañando al joven a la otra orilla.