sábado, 19 de diciembre de 2015

Pedir a un mendigo

Iba yo pidiendo, de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quien sería aquel Rey de Reyes.



Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.

La carroza se paró a mi lado, Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome: - ¿Puedes darme alguna cosa?

¡Ah! qué ocurrencia la de tu realiza! ¡Pedirle a  un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía  qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo dí.

Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré  un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dárteme todo!

Rabindranath TAGORE.
Educar con fábulas. CCS. ALFONSO FRANCIA. P. 15