sábado, 19 de diciembre de 2015

Tres hombres ante el mar

Los tres hombres que como de costumbre regresaban de recoger algas en la playa, traían aquella tarde  en sus caballerías una cantidad de producto muy inferior a la habitual. Dos de ellos se quejaban amargamente  de que el mar estuviese muy picado y la marea , de aguas vivas, no hubiera bajado lo suficiente. El tercero guardaba silencio.



Cuando se disponía a adentrarse en el pinar, lo que les privaba de contemplar el mar durante el resto el trayecto, el  recolector de algas que no había hablado  se detuvo, volvió la cabeza y se quedó mirando fijamente la inmensa superficie oceánica. Pasados unos instantes, se dirigió a sus compañeros para decirles:

- ¿Os habéis dado cuenta, amigos, que desde hace veinte años acudimos al mar cada día sólo para extraer riqueza de él, sin ofrecerle nada a cambio? ¡Y aún nos permitimos hacerle reproches cuando, como hoy, no obtenemos de él cuanto quisiéramos! Decidme, pues: ¿No os parece que ha llegado la hora de reconocer lo mucho que le debemos y demostrarle siquiera un poco de gratitud?

Los otros asintieron. Y con expresión admirativa contemplaron largamente al sustentador de sus vidas. En lo más hondo de sus corazones resonaba con gran fuerza, una y otra vez, esta palabra: ¡Gracias!