Hace muchos años un
grupo de aventureros construyó un barco y se hicieron a la mar. Durante meses
surcaron peligrosos mares.
Por fin divisaron
una pequeña isla. Al acercarse
advirtieron que estaba deshabitada y que era muy hermosa. Decidieron
convertirla en su hogar.
Construyeron
una pequeña cabaña y comenzaron una nueva vida. El suelo era fértil y
producía frutos en abundancia. Se
sintieron muy felices en la nueva morada.
Un día se aproximó
un crucero a la isla y los turistas observaron la cabaña. Decidieron
visitar la isla y conocer a sus habitantes.
Algunos de ellos se
quedaron encantados de la isla y decidieron establecerse en ella. Pronto la
noticia de la hermosa y fértil isla se
difundió por todas partes y acudió mucha gente a establecerse en aquel pequeño
lugar.
Los isleños
comenzaron a alarmarse ante la riada de
visitantes. “A este paso, no quedará
espacio para nosotros” dijo uno, “debemos ser precavidos antes de que
sea demasiado tarde”
Fue así como
decidieron erigir vallar alrededor de
las partes más fértiles del país, Pusieron señales y avisos en las vallas como
no habían existido antes en la isla: “ Prohibida la entrada, propiedad privada,
se perseguirá a los transgresores”,
Cerrojos y puertas de hierro comenzaron a aparecer entre las
valles.
Pronto la parte más rica de la isla quedó completamente rodeada de alambre de púas. Una
minoría se posesionó de todo. En cambio la mayoría se vieron rechazados cada vez más hacia las afueras estériles y
los alrededores pedregosos, donde se encontraron sin recursos y sin vivienda.
La minoría
construyó mansiones suntuosas y vivía
rodeada de lujo. Cuando los pobres
miraban a través de los resquicios de las vallas, veían que el alimento
y la ropa eran arrojados a los basureros y a los vertederos de escombros.
Desesperados llamaron a los de dentro: “Dadnos, por favor, algo de comida” “
Nos morimos de hambre aquí fuera”. Los de dentro respondieron “ Si queréis
comida, tendréis que trabajar para
nosotros”.
La gente de fuera
no tuvo más alternativa que trabajar para los de dentro. A cambio los de dentro
les arrojaban porciones de alimento por las vallas.
La paciencia de los
pobres se fue agotando y al final decidieron derribar las vallas. Pero las vallas eran tan fuertes
que no lo consiguieron.
Al enterarse los
sabios de lo que ocurría llamaron a los
más fuertes e influyentes, a los que se habían convertido en líderes de los
pobres y los sobornaron con estas palabras: “ Pasaos a nosotros dentro de las vallas. Tendréis todo el alimento que
queráis y os daremos muchos artículos de lujo y privilegios. A cambio
defenderéis nuestras vallas y nos
protegeréis contra los ataques de los de
fuera. Seréis nuestro ejército, nuestra policía
y nuestros guardias de seguridad.
Algunos de los
pobres se pasaron a las filas de los de
dentro y así nació el ejército.
Entonces los jefes de los sabios se fijaron en los más
listos e inteligentes de los pobres y les adularon con estas palabras:
“Si os unís a nosotros, os daremos toda suerte de
facilidades para el estudio. Os edificaremos escuelas u colegios y os
enseñaremos cuanto sabemos. A cambio enseñaréis a los de fuera a escucharnos, a
vivir en paz y a respetar la ley establecida y el orden en la isla”
Fue así como algunos
inteligentes de entre los pobres se unieron a los de dentro y se convirtieron
en pensadores.
Luego se dirigieron
los de dentro a los más piadosos, religiosos y devotos de los pobres y los
sedujeron así:
“ Venid y uníos a nosotros y os construiremos hermosos seminarios e
iglesias y grandes centros teológicos, Podréis empelar el tiempo en la oración
y la reflexión y a cambio predicaréis
a los de afuera docilidad, perdón, resignación
y obediencia a las autoridades”.
Algunos de los de
fuera estuvieron de acuerdo y se unieron a los de dentro convirtiéndose en
líderes religiosos.
Con estos medios se
eligieron sistemas de opresión y explotación durante muchísimos años.
Con el tiempo
algunos de los de dentro se percataron de que habían sido injustos con sus hermanos y hermanas de fuera de las
vallas. Algunos de los intelectuales descubrieron que fuera de las vallas existían valores que
no se encontraban en sus universidades y
libros, valores como la solidaridad, la
unidad, la cooperación, la participación...
Algunas de las
personas religiosas recordaron que Cristo, el Hijo de Dios, vivió y murió fuera de las vallas.
Algunos de los de
dentro de las vallas intentaron salir fuera para trabajar por y con los pobres. Pero
tropezaron con una enorme oposición. Los
de dentro les acusaban de perturbadores.
Las cosas
siguieron como estaban, la gente de
fuera de las vallas siguió muriendo de hambre, de explotación y abandono.
Mas ¿por qué habría
que continuar esta historia? ¿No es así el mundo en el que vivimos?
Me pregunto ¿cuánto
tiempo las cosas han de seguir así en nuestro pequeño mundo? ¿No hay
remedio?
(
Adaptación de un audiovisual español)