Cuando muere alguien del pueblo, los otros habitantes se reúnen junto a la tumba y dicen algo positivo sobre el difunto antes de que el féretro sea enterrado.
Durante generaciones esto fue así sin obstáculo alguno, pero surgió un problema y la comunidad no estaba segura de poder continuar con esa ininerrumpida tradición.
El problema, en este caso, fue un personaje malvado que vivía en lo alto de la colina. Era tan malvado y odioso que nadie podía pensar en algo positivo que decir de él.
Finalmente murió. Los habitantes estuvieron de pie en torno al ataúd, durante tres horas, en total silencio. Al final, alguien dijo:
- Bien, creo que podría haber sido peor.
Y la aliviada concurrencia enterró por fin el cuerpo siguiendo su costumbre