C. Un niño, a punto de nacer, dijo a Dios:
N. “Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero, ¿cómo vivir tan pequeño e indefenso como soy?".
C. El Señor le respondió:
D. "Entre muchos ángeles, escogí uno para ti que te está esperando. Él te cuidará".
N. "Pero, dime… Aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz".
D. "Tu ángel te encantará. Te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y será feliz".
N. "¿Y cómo entender que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?".
D. "Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar; y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar".
N. "¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?".
D. "Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar".
N. "He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?".
D. "Tu ángel te defenderá, aunque tenga que perder su propia vida".
N. "Pero, estaré siempre triste porque no te veré más, Señor".
D. "Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado".
C. En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres. Y el niño presuroso repetía suavemente:
N. "Dios mío, si ya me voy, dime su nombre. ¿Cómo se llama mi ángel?".
D. "Su nombre no importa. Tú le llamarás 'mamá'".
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Evangelio del dia
jueves, 24 de octubre de 2019
martes, 18 de diciembre de 2018
¿Dónde nacerá mi Hijo?
Hace ya muchos años, en un tiempo perdido en la memoria, había tres sabios muy sabios que todo lo sabían y un pobre criado ignorante que no sabía ni escribir su nombre. Con el tiempo murieron los cuatro. Primero los tres sabios que todo lo sabían y luego el pobre criado ignorante.
Cuando llegaron al cielo, Dios los llamó a su presencia y les dijo: - Amigos míos, deseo pediros un consejo. Mi hijo querido, al que llamarán Jesús, quiere ser hombre como vosotros y quiere vivir como vosotros. Pero no sé qué nacimiento prepararle. ¡Dadme un consejo!
Entonces, el sabio primero dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de poder, como el nacimiento de los emperadores.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: -Divinidad, su hijo deberá tener un nacimiento rodeado de sabiduría, como el nacimiento de los sabios.
Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer rodeado de riquezas, como nacen los hijos de los ricos.
El criado ignorante no decía nada. No se atrevía a hablar delante de aquellos sabios que todo lo sabían. Pero Dios también le preguntó a él y entonces respondió: - Padre Dios, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de pobreza, como el nacimiento de los pobres. El ángel secretario de Dios anotó las respuestas de los cuatro hombres en un gran libro dorado.
Y Dios se quedó pensativo. Pasaron entonces muchos siglos y Dios volvió a preguntar: - El mundo es bello, es inmenso, tiene lugares maravillosos. Además, millones de jóvenes serían felices si pudiesen ser la madre de mi hijo. Amigos, os pido un consejo, ¿qué debo hacer? ¿Dónde ha de nacer mi hijo? ¿Quién debería ser su madre?
Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Roma, en el palacio del Emperador y su madre debería ser la princesa más poderosa, la esposa del príncipe más poderoso del mundo.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Grecia, en la Academia de Atenas, y su madre debería ser la mujer más sabia del mundo.
Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Alejandría, en un palacio de oro, y de la mujer más rica de todos los ricos del mundo.
El criado ignorante callaba y no decía nada. Cuando le insistió para que respondiese dijo: - Padre Dios, su hijo debería nacer en una pequeña aldea desconocida, en la casa más pobre de todas las pobres y su madre debería ser una mujer sencilla y pobre.
El ángel secretario escribió las respuestas de los cuatro hombres en su gran libro dorado. Y Dios se quedó pensativo. Pasaron de nuevo muchos años y Dios preguntó de nuevo a aquellos hombres: - Gracias por vuestra ayuda. Me habéis aconsejado cómo y dónde debe nacer mi hijo. Pero aún me debéis una explicación. No me habéis dicho aún las razones de vuestros consejos.
Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, sólo el poder puede cambiar a los hombres y obligarlos a ser justos. Sólo el poder puede arreglar el mundo. Por eso, su hijo debería ser el más poderoso de los poderosos.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, solo la sabiduría puede arreglar los problemas del mundo. Sólo el que sepa muchas cosas podrá hacer que el mundo vaya mejor. Por eso su hijo ha de ser el más sabio entre los sabios.
Y el tercer sabio le dijo a Dios: - Divinidad, sólo la riqueza puede cambiar el mundo. Sólo el que tenga mucho dinero podrá obligar a los demás a ser justos. Por eso su hijo ha de ser el más rico de los ricos del mundo.
Una vez más, el pobre criado ignorante que no sabía ni escribir su nombre, callaba y no decía nada. Pero Dios le insistía para que también él diera su opinión. Entonces dijo: - Padre Dios, el poder oprime a los hombres, la sabiduría los hace orgullosos y el dinero los lleva a robar y a matar. Sólo el amor puede cambiar el mundo. Sólo el amor puede hacer que los hombres sean más justos, más buenos, más felices. Sólo el amor puede salvar al mundo. Por eso, tu hijo ha de nacer pobre entre los pobres y amar con un corazón de pobre.
Así aconsejaron a Dios los tres sabios muy sabios que todo lo sabían y el pobre criado que no sabía ni escribir su nombre. Pasaron aún unos cuantos siglos y Jesús de Nazaret nació en una aldea perdida de Palestina llamada Belén, de una sencilla muchacha llamada María, buena como el pan, pero muy pobre. Ni siquiera un lugar hubo para ellos en la posada, de modo que tuvo que nacer en un pesebre. Y lo recostaron sobre las pajas. Y los pastores fueron los primeros en visitarlo.
Cuando llegaron al cielo, Dios los llamó a su presencia y les dijo: - Amigos míos, deseo pediros un consejo. Mi hijo querido, al que llamarán Jesús, quiere ser hombre como vosotros y quiere vivir como vosotros. Pero no sé qué nacimiento prepararle. ¡Dadme un consejo!
Entonces, el sabio primero dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de poder, como el nacimiento de los emperadores.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: -Divinidad, su hijo deberá tener un nacimiento rodeado de sabiduría, como el nacimiento de los sabios.
Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer rodeado de riquezas, como nacen los hijos de los ricos.
El criado ignorante no decía nada. No se atrevía a hablar delante de aquellos sabios que todo lo sabían. Pero Dios también le preguntó a él y entonces respondió: - Padre Dios, su hijo debería tener un nacimiento rodeado de pobreza, como el nacimiento de los pobres. El ángel secretario de Dios anotó las respuestas de los cuatro hombres en un gran libro dorado.
Y Dios se quedó pensativo. Pasaron entonces muchos siglos y Dios volvió a preguntar: - El mundo es bello, es inmenso, tiene lugares maravillosos. Además, millones de jóvenes serían felices si pudiesen ser la madre de mi hijo. Amigos, os pido un consejo, ¿qué debo hacer? ¿Dónde ha de nacer mi hijo? ¿Quién debería ser su madre?
Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Roma, en el palacio del Emperador y su madre debería ser la princesa más poderosa, la esposa del príncipe más poderoso del mundo.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Grecia, en la Academia de Atenas, y su madre debería ser la mujer más sabia del mundo.
Y el sabio tercero le dijo a Dios: - Divinidad, su hijo debería nacer en Alejandría, en un palacio de oro, y de la mujer más rica de todos los ricos del mundo.
El criado ignorante callaba y no decía nada. Cuando le insistió para que respondiese dijo: - Padre Dios, su hijo debería nacer en una pequeña aldea desconocida, en la casa más pobre de todas las pobres y su madre debería ser una mujer sencilla y pobre.
El ángel secretario escribió las respuestas de los cuatro hombres en su gran libro dorado. Y Dios se quedó pensativo. Pasaron de nuevo muchos años y Dios preguntó de nuevo a aquellos hombres: - Gracias por vuestra ayuda. Me habéis aconsejado cómo y dónde debe nacer mi hijo. Pero aún me debéis una explicación. No me habéis dicho aún las razones de vuestros consejos.
Y el sabio primero le dijo a Dios: - Divinidad, sólo el poder puede cambiar a los hombres y obligarlos a ser justos. Sólo el poder puede arreglar el mundo. Por eso, su hijo debería ser el más poderoso de los poderosos.
Y el sabio segundo le dijo a Dios: - Divinidad, solo la sabiduría puede arreglar los problemas del mundo. Sólo el que sepa muchas cosas podrá hacer que el mundo vaya mejor. Por eso su hijo ha de ser el más sabio entre los sabios.
Y el tercer sabio le dijo a Dios: - Divinidad, sólo la riqueza puede cambiar el mundo. Sólo el que tenga mucho dinero podrá obligar a los demás a ser justos. Por eso su hijo ha de ser el más rico de los ricos del mundo.
Una vez más, el pobre criado ignorante que no sabía ni escribir su nombre, callaba y no decía nada. Pero Dios le insistía para que también él diera su opinión. Entonces dijo: - Padre Dios, el poder oprime a los hombres, la sabiduría los hace orgullosos y el dinero los lleva a robar y a matar. Sólo el amor puede cambiar el mundo. Sólo el amor puede hacer que los hombres sean más justos, más buenos, más felices. Sólo el amor puede salvar al mundo. Por eso, tu hijo ha de nacer pobre entre los pobres y amar con un corazón de pobre.
Así aconsejaron a Dios los tres sabios muy sabios que todo lo sabían y el pobre criado que no sabía ni escribir su nombre. Pasaron aún unos cuantos siglos y Jesús de Nazaret nació en una aldea perdida de Palestina llamada Belén, de una sencilla muchacha llamada María, buena como el pan, pero muy pobre. Ni siquiera un lugar hubo para ellos en la posada, de modo que tuvo que nacer en un pesebre. Y lo recostaron sobre las pajas. Y los pastores fueron los primeros en visitarlo.
jueves, 17 de agosto de 2017
Dos lobos
Un viejo indio decía a su nieto: "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión."
El nieto preguntó: "Abuelo, dime ¿cuál de los dos ganará la pelea en tu corazón?"
El abuelo contestó: "Aquel que yo alimente"
El nieto preguntó: "Abuelo, dime ¿cuál de los dos ganará la pelea en tu corazón?"
El abuelo contestó: "Aquel que yo alimente"
viernes, 5 de agosto de 2016
Las estaciones de la vida
Había una vez un hombre con cuatro hijos. Deseaba que sus hijos aprendieran a no juzgar las cosas a la ligera. Así que los envió a cada uno a una gran aventura, su objetivo: ir en búsqueda de un árbol, que se encontraba lejos a una gran distancia.
El 1º Hijo se fue en INVIERNO
El 2º Hijo se fue en PRIMAVERA
El 3º Hijo se fue en VERANO
El 4º Hijo se fue en OTOÑO
Cuando ellos regresaron, los mando a llamar y les preguntó que habian observado.
El 1º Hijo comentó que el árbol era horrible, doblado y torcido.
El 2º Hijo comentó que el árbol estaba cubierto de un hermoso follaje y flores.
El 3º Hijo estuvo en total desacuerdo. El comentó que el árbol estaba lleno de brotes florales, que desprendian un aroma dulce, fresco y hermoso. El árbol era la cosa mas hermosa que jamás había visto.
El 4º Hijo se encontraba en total desacuerdo con los anteriores. Comentó que el árbol estaba cargado de frutos, tan lleno de vida y esplendor...
Entonces el hombre explicó a los cuatro, que todos tenían la razón, porque cada uno de ellos había observado solamente una temporada en la vida de aquel árbol.
Les explicó que no se puede juzgar a nadie, solamente por una temporada de su vida. La esencia de las cosas y de quienes somos, así como los placeres, alegrías y el amor proveniente de la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las etapas de su vida se han reunido.
Si te das por vencido cuando es invierno, perderás las oportunidades de la Primavera, la belleza del Verano y las promesas del Otoño.
No dejes que el dolor de una temporada destruya el gozo de las demás. Y no juzgues la vida por una época difícil... Mantente firme en las dificultades, y mejores tiempos vendrán con plena seguridad.
La Felicidad te mantiene agradable,
los intentos te mantienen fuerte,
los sufrimientos te mantienen humano,
las derrotas te mantienen humilde,
los éxitos te mantienen en crecimiento
pero.... solo Dios te mantiene caminando.
El 1º Hijo se fue en INVIERNO
El 2º Hijo se fue en PRIMAVERA
El 3º Hijo se fue en VERANO
El 4º Hijo se fue en OTOÑO
Cuando ellos regresaron, los mando a llamar y les preguntó que habian observado.
El 1º Hijo comentó que el árbol era horrible, doblado y torcido.
El 2º Hijo comentó que el árbol estaba cubierto de un hermoso follaje y flores.
El 3º Hijo estuvo en total desacuerdo. El comentó que el árbol estaba lleno de brotes florales, que desprendian un aroma dulce, fresco y hermoso. El árbol era la cosa mas hermosa que jamás había visto.
El 4º Hijo se encontraba en total desacuerdo con los anteriores. Comentó que el árbol estaba cargado de frutos, tan lleno de vida y esplendor...
Entonces el hombre explicó a los cuatro, que todos tenían la razón, porque cada uno de ellos había observado solamente una temporada en la vida de aquel árbol.
Les explicó que no se puede juzgar a nadie, solamente por una temporada de su vida. La esencia de las cosas y de quienes somos, así como los placeres, alegrías y el amor proveniente de la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las etapas de su vida se han reunido.
Si te das por vencido cuando es invierno, perderás las oportunidades de la Primavera, la belleza del Verano y las promesas del Otoño.
No dejes que el dolor de una temporada destruya el gozo de las demás. Y no juzgues la vida por una época difícil... Mantente firme en las dificultades, y mejores tiempos vendrán con plena seguridad.
La Felicidad te mantiene agradable,
los intentos te mantienen fuerte,
los sufrimientos te mantienen humano,
las derrotas te mantienen humilde,
los éxitos te mantienen en crecimiento
pero.... solo Dios te mantiene caminando.
sábado, 19 de diciembre de 2015
El cuarto Rey mago
Cuenta una leyenda rusa que fueron cuatro los Reyes Magos. Luego de haber visto la estrella en el oriente, partieron juntos llevando cada uno sus regalos de oro, incienso y mirra. El cuarto llevaba vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de sus burritos.
Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los sorprendió una tormenta.
Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los sorprendió una tormenta.
Los gansos
Érase una vez un hombre que no creía en Dios. Su mujer, en cambio, era creyente a pesar de los comentarios de su marido. Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos a la Misa de gallo. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó y dijo: ¡Qué tonterías! ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la tierra adoptando la forma de hombre?
Las tres pipas
Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa.
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